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Quizás te gustaba nadar, montar en bici, salir a correr… pero ¿qué te llevó a competir? ¿Cuáles fueron tus motivos para pasar de“practicar deporte” a “competir”

Quizás puedas sentirte identificad@ con alguno de estos cuatro motivos:

Autoconcepto.


Crear una imagen de nosotros mismos respecto a los demás. ¿Soy fuerte? ¿Soy veloz? ¿Soy resistente? ¿soy bueno en…? Este motivo responde a una necesidad de crear una identidad y demostrar lo que valemos en la medida que nos sentimos inseguros con quienes somos.

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Pero ¿Un triatleta que sube al pódium merece más respeto que los otros? Deportivamente hablando sí, pero no como persona. Esta creencia será responsable de que tengamos más presión en las carreras, más ansiedad y mayor frustración si las cosas no salen como queremos. Es resultado es una consecuencia de lo bien que hemos hecho las cosas, pero no me define como persona. Tenemos el mismo valor independientemente del puesto en el que quedemos.

Autodescubrimiento.


Dejando que el resultado sea una consecuencia en la que entran en juego muchos otros factores. Buscando el aprendizaje a través de obstáculos con los que poder poner en práctica tus habilidades y mejorarlas. Aprendiendo cosas nuevas y disfrutando. Creando nuestra mejor versión.

Aquí el proceso es más gratificante que el resultado en sí. Aquí cobra sentido decir que en cada triatlón hay que ir a ganar (tu propio objetivo), a ser mejor. Este motivo nos lleva a disfrutar realmente de la competición, a afrontar cada obstáculo con una actitud más positiva. Permite tolerar mejor la frustración.

Canalizar emociones.


Que nos ayuden a sentirnos bien. Dejar que en cada entreno, en cada competición, las emociones afloren. Ser sincero y expresar la alegría, el enfado, la rabia para desahogarnos y que nos ayuden a tener más garra.

Aquí podremos sentir altibajos y cómo los cambios emocionales en un área te afectan deportivamente. Deberemos tomar conciencia y aprender a canalizarlas hacia una actitud en el entreno o competición que nos permita sacar provecho de ellas.

Compensación.


Nuestra vida está formada por muchas áreas y no en todas nos sentimos satisfechos. Podemos utilizar la competición para sentirnos competentes con algo que dominamos, que hemos escogido nosotros, que nos gusta y nos motiva. Este motivo responde a una necesidad de plenitud, de darle un sentido y sentirnos felices en la balanza de todo lo que compone nuestra vida.

Por ejemplo, podemos tratar de compensar la insatisfacción en nuestro trabajo con la satisfacción que sentimos practicando deporte. ¿Así de sencillo? Deberemos tener en cuenta que la felicidad de nuestra vida no es sólo la suma de las partes, sino el peso que le demos a cada una.

Por otro lado deberemos tener en cuenta, para evitar mayor infortunio, que nuestras emociones se reflejan en lo que hacemos y nos pasa. Por ejemplo, una falta de confianza en nuestro trabajo, puede reflejarse en sensación de inseguridad en el agua. Esto complicará nuestro deseo de compensar, lo que puede resultar más frustrante si no lo tenemos en cuenta.

¿Con qué motivo te identificas más?

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