Stornes rompe cualquier pronóstico y se hace con su primer Mundial el día que Noruega hace historia y España vive la cara y la cruz con Montraveta y Benito.
Venganza, redención, reivindicación, defensa y mucha expectación definían los prolegómenos de un Mundial en el que por primera vez desde 2017 reunía a una nómina con cuatro campeones – hoy en la arena de Plage des Ponchettes – y una larga lista de contendientes a esa categoría especial el día que la Marsellesa se despedía como himno de un Campeonato del Mundo Ironman full distance.
Y, en medio de esa cincuentena de rostros repletos de opciones, dos especialmente conocidos. Por un lado, un Antonio Benito cuya temporada hacía soñar en grande y un Jordi Montraveta cuyo memorándum en recorridos duros permitía terrenalmente pensar en un buen debut, pero el maratón puso fin a cualquier expectativa del primero.
“Vive rápido, muere joven y deja un bonito cadáver” pronunció John Derek en Knock on Any Door y aquella frase que hace siete décadas caló en la memoria popular como un mantra a aplicar fue la filosofía que gobernó la estrategia de los noveles Jamie Riddle, Marten Van Riel, Andrea Salvisberg y Jonas Schomburg en el poder en unas aguas algo movidas pero ideales para imponer velocidad en la Baie des Anges.
Su autocracia a cuatro eliminó en un suspiro la especie de regata a cuatro puntas de lanzas y reminiscencias a las traineras de la Bandera de la Concha que propusieron el resto de sus rivales, para impulsar una natación más agresiva de lo esperado pese a ya haberse augurado un salto cualitativo proveniente de la explosividad de la corta distancia. La autoridad indiscutida del cuarteto durante el conjunto de los 3.8K amagó con romper el grupo al paso por los 750m y lo cumplió una vuelta después dejando un start list completamente rota y enfilada allá donde cualquiera que fuese el ritmo y grupo que pudiesen permitir.
En ese contexto propicio para nadar y guardar la ropa (nunca mejor dicho), Benito se convirtió en un camaleón que adquirió el color de ese TOP12 que se mantuvo al frente para sin ruido ni complicaciones aparentes mantenerse con ellos y acceder con discreción, pero firmeza a la T1 en el grupo de los elegidos. Uno cuyo tiempo de paso lideró honoríficamente Salvisberg (45:11) mejorando sobradamente el crono que en 2023 fijó Matthew Marquardt (47:46).
Por el camino, mientras Riddle se permitía subir y bajar la escalera invisible de triatletas como si de una coreografía se tratase, Benito fue testigo del desfallecimiento por causas desconocidas de Sam Laidlow en el ecuador del segmento, quien se vio obligado a desligarse del emparejamiento con el ‘Melón’ para en cuestión de segundos ser sobrepasado por los Rudy Von Berg, Kristian Blummenfelt, Magnus Ditlev o Marquardt y adentrarse en el cobijo de Kristian Hogenhaug, Patrick Lange o Gustav Iden.
Nada cambió hasta llegar a la T1 con el grupo del ‘Toro’ que concedió menos de minuto (+0’52”) y el del todavía vigente campeón, a dos (+2’00″). Y, pese a esos estratos náuticos dibujados y el terrible aspecto de Sam, todos ellos nadaron por debajo de los números de Marquardt en 2023.
Tampoco para un Montraveta que fuera del foco se marcó una natación sobresaliente, calcando el borrador de la mejor simulación de carrera posible al ceder ‘únicamente’ seis minutos (6’17”) y salir de la mano de Cameron Wurf, Sam Long, Léon Chevalier o Matt Hanson.
Una vez subidos sobre la bicicleta, el tramo entre la Promenade des Anglais y Pont du Loup intensificó las alianzas formadas a esas alturas de la carrera, pasó algunas facturas tempranas y enterró fantasmas recién nacidos.
El trío de Van Riel, Schomburg y Riddle puso la directa en un terreno convenientemente diseñado para sobrepasarse, pero hasta que el tiempo dictase sentencia sobre su táctica (si lo hacía), se dedicaron a acrecentar la diferencia que había menguado en la T1. A sus espaldas, el ‘tren del hype noruego’ lideraba la persecución junto a una docena de hombres – incluidos Benito, Ditlev, Von Berg, Ferico Scarabino o Nick Thompson – que contuvieron la distancia en 1’47”. En paralelo, la recuperación de Laidlow situándose a una quincena de segundos de estos y el inicio del hundimiento de Lange (+6’) fueron los dos movimientos que marcaron el devenir de ese fragmento, mientras que Montraveta junto a Long y compañía se ceñían a los vatios planeados y el crono les echaba encima otros casi dos minutos de pérdida (+7’59”) a los pies del Col de l’Ecre.
Tan esperado como temido, el Col de l’Ecre con sus 18K hacia arriba a una media del 5’2% y un ascenso final de 6 kilómetros con una pendiente del 6,2% hizo su papel. Le otorgó la potestad al trío de optar a llegar en cabeza la T2 si su gestoría era la correcta, pero les avisó de la potencia de un segundo grupo que en esos instantes rodaba a un minuto escaso donde la cara de Laidlow tomó tintes heroicos a la vez que las rampas deshacían la entente previa y desterraban a Benito, y Von Berg (+3’27) entre otros al tercer escalón informativo si no al cuarto como a Scarabino (+4’40”).
Por delante, cincuenta kilómetros tan idóneos como claves para nutrirse e hidratarse, pero también para generar un pedaleo potente que generase una renta estratégicamente tan difícil de conseguir como fácil de perder y estratégicamente, un seguro cuya valía ya plasmó Sam en 2023.
Y la ‘Meseta’ se erigió en una auténtica e improvisada crono por ‘equipos’ en los que la voluntad de los hombres ‘de la corta’, todavía plebeyos, se impuso a los ánimos de caza del grupo de la ‘Corona’ y monarquía triatlética – en la que rodaba un heredero – para casi duplicar su distancia justo antes de afrontar el pequeño descenso de Gréolières.
El resto eran historia momentánea que se convirtió en continuada en un descenso hasta Promenade des Anglais que puso en cuestión la pericia de los triatletas y en juego la posibilidad de establecer un margen interesante de cara al maratón, pero la clase magistral de manejo de las curvas lideradas por Laidlow llevó el evento a otro nivel, a una mano con muchos ganadores y una transición del TOP6 (Van Riel, Laidlow, Thompson, Blummenfelt, Iden y Stornes) comprimida en veintitrés segundos.
Ditlev junto a Riddle aparecieron a más de cinco minutos (+5’17”) y el TOP10 con Marquardt como ocupante lo hizo a casi el doble (+8’52”), una posición que buscaba pero se le escapaba tras el descenso a Benito quien perdió la rueda del estadounidense y caía hasta el TOP14 (+12’24”) justo por detrás de Scarabino y asediado en el TOP15 por Nathan Guerbeur.
Minutos más tarde, Montraveta incursionaba en la T2 con la motivación de verse dentro del TO30 (29º a +19’39”) y un hipotético TOP20 en el espectro de tres minutos (Chevalier a +16’38”). Los deberes de contención y ascenso parcial del catalán estaban hechos y su plan entró en su fase final, ver cuán lejos podía llegar con su carrera a pie.
A expensas de lo que sucediera en ese 42K, la carrera a pie abrió la puerta a tantas narrativas como incógnitas y miedos posibles pueden originar el pasado y presente de esos seis hombres, pero solo una podía materializarse en forma de campeonato. Y gracias al rendimiento de sus protagonistas el maratón buscó y cumplió tantas tramas como pudo desde la primera de sus zancadas.
Las mismas que brindaron una primera vuelta completamente emocionante con Van Riel y Laidlow ganándose unos metros en la T2 antes de ser atrapados por Blummenfelt e Iden y posteriormente por un Stornes que pedía paso en una fiesta de la que también quería ser parte.
Un anticipo de lo que el ‘Hype’ noruego estaba a punto de despertar y es que, al inicio de la segunda de las cuatro vueltas, el triatlón tenía de regreso al Iden más agresivo y que tanto había echado de menos en los últimos dos años. Un ‘ataque’ a base de ritmo al que solo podía responder Blummenfelt y al que, con paciencia, con ese diésel característico colocaba a Stornes en tercera posición en solitario. Por su parte, Laidlow se apostaba a puertas del podio y Van Riel se veía abocado al TOP5 en una dinámica en la que el francés y belga cedían terreno kilómetro a kilómetro.
En cambio, el tercero de los noruegos no solo mantenía las distancias sino que las reducía con sus compatriotas para reunirse con ellos al paso del medio maratón y, tras ella, soltar a Gustav e incluso atreverse a comandar el ritmo.
Una osadía que se convirtió en intrepidez antes del KM 30 cuando sin modificar un ápice su rostro Stornes dejó en la estacada a su compañero de entrenamientos, un Blummenfelt que vio como Iden volvía a su par antes de alcanzar el toque de campana de la última vuelta. Uno que hicieron con Stornes enardecido y directo al mayor éxito de su vida y con el ‘Toro’ y Gustav dispuesto a ofrecer el último duelo fratricida del día, el de la plata y el bronce. Sobrevivió a los problemas de Iden y duró lo que aguantó Blummenfelt antes de acalambrarse y llegar a meta de forma hazañosa. Allí acabó todo lo que había en juego y la gloria nacional ya era cosa de tres.
Porque no fue el día (aunque en parte sí) del arco de sanación de Sam Laidlow (08:03:55) con sabor a TOP5, tampoco el de la sorpresa de un Marten Van Riel (08:02:18) cuyo “Vive rápido, muere joven y deja un bonito cadáver” se tradujo en un TOP4; sino el de la resurrección de la mitología del ‘tren del hype noruego’ que ellos mismos pregonaron como escaldos de la particular Edda vikinga del triatlón y que los resultaros enterraron en las dos últimas temporadas; el cumplimiento de la profecía que ellos mismos imaginaron cumplir en larga distancia después de hacerla realidad en las Series Mundiales; el del Kristian Blummenfelt (07:56:36) cumpliendo al pie de la letra con su venganza pero errando en el orden y pasando el entorchado nacional; el de devolver parcialmente el misticismo de la gorra de la suerte y honrar la memoria de aquella que desafortunadamente ya no está en esa especie de viaje del héroe de que ha recorrido Gustav Iden (07:54:13); el de dar completo sentido a aquello que el oráculo del ‘Toro’ pronunció “No importa lo que hayas hecho hasta este momento, lo único que importa es el Mundial Ironman” y vencer tu primer Ironman de siempre en un Mundial en tu primera participación lo hace, más si bajas de ocho horas en un lugar en el que parecía imposible y allí donde ganó por primera vez un Ironman 70.3, porque así es como el Asgard nórdico ha dado la bienvenida a su nuevo Dios, un Casper Stornes (7:51:39) que ya es leyenda noruega y Noruega historia mundial después de emular el triplete alemán de 2016 y el Fairytale de Alexander Rybak suena en la Promenade des Anglais como canto celestial.
Lejos de ese cielo se encuentra Antonio Benito que igual que le sucediera en Kona el curso pasado, el maratón le ha vuelto a pasar una mala jugada y si entonces consiguió terminar en el TOP20, en esta ocasión el de Tomelloso se ha visto obligado a firmar un DNF cuando luchaba por entrar en el TOP10.
En cambio, Jordi Montraveta ha cumplido con el guión establecido y su estrategia de menos a más le ha llevado a concluir su debut en vigésima segunda posición (22º| 08:24:46) a menos de un minuto del TOP20 de Jon Breivold (08:24:00). Una actuación enorme del de Cervera que horas antes de la salida confesaba que jamás se hubiese imaginado en una posición así cuando comenzó en eso de la Media y Larga distancia hace siete años.
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