Iván Herruzo narra en primera persona cómo vivió desde dentro el ‘Embrunman de los triatletas’ donde se rindió homenaje a la mítica prueba

Escasos 10 días antes de la celebración dela prueba, se oficializó la cancelación de la misma, ya sin tiempo de recuperar dinero del apartamento que teníamos reservado allí, así que decidimos ir a pasar unos días a los alpes franceses en familia.

Durante la semana previa al día que se tenía que realizar el Ironman, en la página de Facebook, se comentaba que de manera clandestina e individual, bastante gente iba a  hacer el recorrido completo de la carrera en autosuficiencia y que se citaban  a las 6 de la mañana para comenzarla.

Personalmente, yo ya había cumplido con mis entrenos, que la verdad fue hacer muchísima bici, pero poca agua y algún trail a pie, pero con muchísimas ganas de enfrentarme a esa carrera de la que todos hablan por su dureza.

Hasta el día de antes no tenía claro si hacerlo o no, pues no quería ser partícipe de una concentración de mucha gente con el riesgo que eso conlleva.

Finalmente, decidí ir a las 6 y ver cómo se organizaba, decidiéndolo a última hora.

Unas 50/60 personas se dieron cita a esa hora, pues más gente lo hizo también pero más tarde, y lo más emotivo de la salida fue cuando a 1’ de la salida, un policía se acercó y nos dio una charla en la que nos decía que por favor tuviéramos cuidado, que mantuviéramos distancia de seguridad pero que nos admiraba por lo que íbamos a hacer.

La ovación fue increíble, no pude contener las lágrimas, y en escasos segundos estaba nadando a oscuras en las aguas del lago de Embrun.

No podía creerme que estuviera haciendo el Ironman, que afortunado era, y además con la familia de supporter vigilándome la bici y la ropa para la t1.

La primera vuelta, además de ir solo, sin referencias, sin boyas, no se veía mucha cosa, en numerosas ocasiones las plantas que crecían en el fondo del lago llegaban hasta mí, y vaya sustos me daba…

Orientarse era tarea muy difícil, veía una canoa a lo lejos con una luz, iba siguiendo la silueta del lago, sin acercarme demasiado a la orilla, pero siempre solo, sin ir a pies, sin nadie que me golpeara, la verdad es que fue una sensación muy guapa nadar de noche, muy diferente a todos los triatlones que he hecho hasta ahora

Casualmente clavé 1900 metros y 32’, así que pensé, voy bien¡¡¡ , de repente oigo a Pol y Eric chillando desde la orilla, los saludo¡ me ven¡ subidon total de adrenalina, y arranco la segunda vuelta en la que ya clareaba y la visión mejoró, así que salí del agua clavando 3830 metros en 1h03’.

Salgo del agua; Eric y Pol corren hacia mí, y las personas que habían allí hacen un pasillo humano por donde los tres pasamos corriendo con una enorme sonrisa de oreja a oreja, así da gusto la verdad¡

En la transición 1 me cambié completamente de ropa, me vestí de ciclista, mil millones de geles y barritas a la espalda, 2 cámaras, chubasquero, mancha a lo globero ¡Y a pedalear!

Trato de hacerla pausado, pero juer… el chip competitivo cuesta sacárselo de encima, ¡Leches!

La primera parte de la bicicleta se hace un bucle de con 2 puertecillos, alrededor del lago, hasta que vuelves a pasar por Embrun, dirección a Izoard. Las vistas del lago desde arriva de la colina, son una experiencia que no voy a negar que me hizo llorar unos minutos encima de la bici, abrumador…

En el km 66, en Guillestre, me espera mi mujer y mis hijos, con alguna barrita más y dos bidones más de agua que me llegaron hasta casi casi Briançon, precioso pueblo medieval al que se llega en el km 110 una vez ascendido y descendido Izoard. Pol estaba tan muerto que se había dormido en el suelo mismo debajo de un árbol, la imagen era espectacular, hay foto jeje.

Izoard¡¡¡ que puesto, por díos¡ bonito no, lo siguiente. Todo el mundo que me aconsejaba me decía, si coronas Izoard entero, tienes posibilidades de hacer un buen Embrun.  ¿Entero Izoard? , vaya coloso, pero que bonito, sobre todo los tres últimos kilómetros, algo que nunca olvidaré.

Varias anécdotas me sucedieron durante el ascenso, la primera que se me puso a rueda un francés durante unos minutos que su voz me resultaba familiar, pues iba hablando con otro ciclista, hasta que se cansó de mi ritmo y tiró hacia delante, Romain Guillaume¡¡¡¡ Un triatleta francés profesional que optaba a ganar este año…

Iba con su cabra ceepo, muy ligera y versátil, aunque sinceramente no creo que Embrun sea para cabra, como mucho burra aero, nada más, pues se sube mucho y las carreteras son sinuosas y a menudo en mal estado y con gravilla.

Otra anécdota fue adelantar a un niño y una niña de escasos 10 años, subiendo Izoard¡ madre mia, les regalé mi mejor sonrisa y un Allez Allez, y me la devolvieron, ojala algún día pueda subir algo así con mis hijos.

La tercera de las anécdotas, fue que a 3 km de coronar, al echar mano a los geles, se me cayó uno usado al suelo, no dudé en dar la vuelta y recogerlo, haciendo parar a los coches que veían de cara, en lugar de abroncarme, los 3 coches que lo vieron, me aplaudieron efusivamente.

Una vez pasado Briançon, el calor apretaba y la búsqueda de fuentes se intensificó.

La mayoría de los que hacían el recorrido eran franceses y de la zona, llevando con ellos coches de asistencia que les iban dando comida y bebida, que envidia¡¡¡ a mí solo me animaban, cabe decir que el ambiente era muy bonito, y que las sonrisas y los ánimos de los que estaban a pie de carretera era sinceros y llegaban al alma. Incluso llegué a ver un ciclista haciendo un tras coche en pleno llano y agarrarse a el en las subidas, ahiiiii.

Con mi track bajado en mi Garmin 520 era bastante difícil en algunos momentos saber hacia donde  ir en las rotondas, entre coches, y que el triangulito se ve difuso, me perdí en varios puntos, hasta el punto que en el 140 me hizo volver hacia Izoard de nuevo 5km, pues reconoció el camino de ida, hasta que me di cuenta, pero no gusta hacer 6km de más cuando vas justito.

Con 192 km y 3800 metros positivos, llego al lago, donde mi mujer y mis hijos me esperan con la bolsa de run. El lago está a reventar, pienso… esto si que es masificación, y no los triatlones que nos suspenden todo y teniendo mil protocolos…me tiro al agua directo vestido de ciclista, me refresco un poco y empiezo el maratón con muchas dudas de si realmente lo que estoy haciendo tiene sentido, pues cae un calor de espanto (el calor fue a menos) y no tengo avituallamientos, solo un bidón de 400 ml en la mano.

Doy una primera vuelta de 10km y visualizo 2 fuentes, genial,  veo a otros triatletas, todos llevan un ayudante en bici que se lo lleva todo, ¡que envidia¡ y además no tengo nada claro a donde he de ir, pues todo y estudiarme bien el circuito, no acabo de entenderlo y todo y cruzarme con más corredores no veo fechas ni indicaciones.

Los kilómetros pasan muy muy lentos, voy solo, con mi botellita y mis geles, casi nadie anima, y la sensación de soledad es máxima. No hay música, no hay supporters, no hay ni grillos jeje, solo yo, los kilómetros y las fuentes, le pillo gustillo a esta sensación, dejo que se apodere de mí y pienso que este ironman lo acabo para mí, me lo he propuesto y así será.

Cada 10km paso por donde está mi familia, en el km 25 les pido que me compren una cocacola, y en el 35 cuando voy  bebérmela, veo que me la han comprado sin azúcar jajaja.

Al no tener referencias del circuito pienso…, no hay problema, me hago mi maratón yo solo, por el camino del lago y listos, hasta que en el km 23 me indican a la izquierda, y sigo a un chico francés con su ciclista agüero que me llevan hasta arriba del pueblo, como el circuito oficial, hecho que todo y ser precioso correr por el centro histórico de Embrun, con más ambiente, también hay mucha gente y mantener distancia de seguridad como que imposible, además de tener que ir sorteando personas constante mente. Así que decido haces los últimos 13 km ya por el lago, voy francamente muerto, pero ya que he llegado hasta aquí, sé que voy a acabar, y finalmente entro en una pseudo meta con mis hijos, más feliz que una perdiz.

Caprichoso el destino, mi 15º Ironman es el más emotivo, el más introspectivo y sobretodo el más duro de todos y del que me siento más orgulloso haber finalizado dadas las circunstancias pues el 100% de motivación era intrínseca.

If mind goes…legs will follow.

Iván Herruzo, 15 de agosto de 2020.