La británica se apoya en la ciencia para realizar dos tests y una simulación climática para recoger datos con Kona a la vista
En los últimos años, podemos ver como la ciencia se convierte cada vez más en un factor clave de acotación del rendimiento de los mejores deportistas del mundo.
Un cuerpo privilegiado como el de Lucy Charles, una mujer que ha sido capaz de moldear su fisonomía de nadadora de larga distancia para evolucionar al físico de triatleta completa que luce actualmente, son la gran clave que ha alejado a Charles de las lesiones, y que la ha permitido acumular grandes bloques de trabajo con los que adaptar su musculatura al cambio.
Igualmente, su pasado como nadadora le ha aportado unos niveles de condición física que muchas rivales suyas podrían sumar, ya que el trabajo de alta intensidad que requiere la natación olímpica, con trabajos máximos casi a diario, han marcado el motor de Lucy hasta el punto que los tests que ha realizado en laboratorio, parecen arrojar datos de muy alto nivel.
Aparentemente, Lucy tiene perfecto sistema de síntesis de grasas y glucógeno, que la convierten en una triatleta ideal para competir en largas distancias.
Cabe añadir que Charles es una triatleta que entrena la gran mayoría de sus sesiones en base a las sensaciones, aunque siempre es interesante replicar los datos en un ambiente aislado con los que después se encontrará en el día a día durante sus entrenamientos.
Test de lactato y test de VO2 Máx
Para comprobar su nivel de forma física, el dúo Charles-Barclay se desplazó a un laboratorio de deporte, para testar la máquina de la británica.
El primer test consistía en un progresivo cada minuto, empezando a 100 vatios y aumentando 25 vatios cada 4 minutos, hasta que la triatleta acumulase 4 mmol/L de lactato, punto donde se estima que se encuentra el umbral de tolerancia de los deportistas.
La segunda prueba, consistía en un ‘simple’ test de esfuerzo máximo donde cada x minutos se aumentaba la resistencia en el rodillo para que Lucy moviera los máximos vatios posibles. En el vídeo se puede ver el esfuerzo máximo de la triatleta. En este caso, el test empezaba de la misma manera, con una potencia inicial más elevada, y cada minuto se aumentaban 15 vatios la carga.
Su entrenador prefiere esconder los números finales de este último test, aunque revela que podrían estar cercanos a los 80 ml/kg/min, valores de escándalo para una triatleta de su talla.
Kona test
Por último, Lucy completa la jornada de análisis, con una sesión de 40′ minutos en las condiciones climatológicas de Kona.
Entre 32 y 33 grados de temperatura, combinados con unos niveles de humedad muy alta.
En ese test se midió la tasa de sudoración de la triatleta, además de sus valores de temperatura corporal, aspectos claves que los pros deben dominar para rendir el máximo en la Big Island.