Un nuevo estudio realizado por los investigadores de la Universidad de Bath dice que el ejercicio no debilita el sistema inmunológico después de todo. El estudio aboga que los atletas deben prestar  sobretodo atención a la dieta, el estrés y la falta de sueño

Muchos deportistas han sufrido retrasos en su forma física debido a la imposibilidad de entrenar correctamente debido a la pandemia de COVID-19. Ahora, con la inminente posibilidad de salir a hacer deporte, hay un poco de controversia respecto al tema. ¿Realmente el deporte nos va a ser beneficioso ante cualquier virus? ¿O más bien nos va a debilitar?

El análisis, publicado en el último número de la revista internacional Exercise Immunology Review, adopta la hipótesis de la “ventana abierta” de la función inmune, una suposición que data sobre que el ejercicio extenuante suprime la función inmune, lo que brinda una oportunidad (o “ventana abierta”) para que los patógenos invadan el cuerpo. Los investigadores dicen que esta hipótesis no está bien respaldada por ninguna evidencia científica.

En cambio, aportan que la investigación muestra que el ejercicio aumenta, no disminuye, la inmunidad en los humanos: primero, al fortalecer la capacidad del sistema inmunitario para encontrar y tratar los patógenos, y luego al mantener los sistemas del cuerpo funcionando sin problemas.

Además, el análisis concluye que los deportistas no tienen más riesgo de infección que el público en general. De hecho, sugiere que es más probable que las infecciones puedan estar relacionadas con una dieta inadecuada, estrés y falta de sueño.


Entonces, ¿cómo llegamos a una creencia tan extendida de que el ejercicio es un asesino de inmunidad?

En la década de 1980, salieron a la luz una serie de artículos que mostraban que los corredores de maratón notificaban un mayor número de síntomas de infección respiratoria en los días y semanas posteriores a la carrera. Pero el problema es que estos estudios se basaron en lo que dijeron los corredores, no en lo que realmente tenían.

En estudios de laboratorio controlados, los corredores en su mayoría tenían irritaciones en las vías respiratorias después de la carrera, no infecciones respiratorias reales.

También es importante tener en cuenta que muchos de los estudios realizados sobre el ejercicio y la inmunidad se han realizado en animales, no en humanos, y los consejos para ratones no siempre se extrapolan bien a las personas. En humanos, existe una evidencia más sólida de que la inmunidad aumenta, o al menos no cambia, cuando se expone a los patógenos después del ejercicio.


Pero, ¿qué pasa con las personas que realmente se enferman después de una carrera? Los investigadores exponen que el hecho es probable debido a una combinación de dos grandes factores: el estrés y la exposición social.

Como ya estamos aprendiendo actualmente con COVID-19, los espacios llenos de gente tienden a ser lugares principales para la propagación de patógenos. Eso, junto con los nervios previos a la carrera, la falta de sueño antes de un comienzo temprano y los factores estresantes únicos del día de la carrera crean la “ventana abierta” para la infección, no el ejercicio en sí.

Así pues, el estudio concluye con que hay pruebas muy limitadas de que el ejercicio aumenta directamente el riesgo de infectarse con virus. Por lo tanto, en el contexto del COVID-19 y las condiciones en las que nos encontramos hoy en día, la consideración más importante es reducir su exposición de otras personas que puedan estar portando el virus.


Para aquellos ávidos de la actividad física en general, este desafío a la hipótesis de la “ventana abierta” sobre el ejercicio y la salud inmunológica probablemente sea bienvenido, pero eso no significa necesariamente que deba tomarse como un pase libre para empezar a hacer deporte como locos. Hay que empezar a hacer deporte, sí, pero con algunas advertencias.

Para los que llevan 40 días sin hacer nada o con poco deporte, la recomendación es empezar poco a poco, sin mirar el pulsómetro, como si se saliese de una lesión, y marcarse un intervalo de 6 semanas para empezar a mirar ritmos. A recordar: el estrés es uno de los principales contribuyentes a la función inmune (o mejor, al empeoramiento de ella), por lo que si actualmente nos sentimos abrumados por los factores estresantes de la vida, no debemos acumular también estrés físico. Si no nos hemos preparado progresivamente para la subir el Marie Blanque, ahora no es el momento de subirse a la bicicleta y pegarnos 100 km (dando vueltas a nuestro municipio, puede llegar a ser de locos).

Además, recordad que el entrenamiento debe ser, por ahora, en solitario y mantener las medidas de seguridad que ya todos conocemos: manos manos lejos de la cara durante el entrenamiento y métete en la ducha cuando llegues a casa (o, al menos, lávate las manos). Lo que es más importante, vuelve a prestar atención a tu dieta, sueño y niveles de estrés, eso es lo que nos mantendrá saludable a largo plazo.