La ciencia al servicio del deporte tiene su máxima expresión en el Team Norway, dónde los mejores médicos y preparadores físicos están tratando de medir todo lo posible con ‘el Toro’

Parece ser que es difícil pasar más de una semana sin que Blummenfelt nos de para una portada. Pero así es el camino de un triatleta que busca ser el mejor de la historia. Un deportista adaptado completamente al universo digital, que es capaz de rendir al 100% y a la vez, mostrar cotidianidad en las redes sociales.

Eso se consigue –en parte– rodeándose del mejor equipo posible, que a su vez, tiene como objetivo lograr el mayor rendimiento deportivo.

Así lo recoge Kevin Faingnaert en una pieza para el New York Times, dónde diseccionan el trabajo de la selección noruega para conseguir transformar el trideporte, con la ciencia por delante.

En el artículo se sitúa rápidamente a Blummenfelt como el triatleta del 2021, con Tokyo y Cozumel como sus actuaciones más destacadas, y comparando a él y a su equipo como el “Moneyball” del triatlón.

Faingnaert prosigue narrando los orígenes del Team Norway, con Arild Tveiten como precursor de todo, plantando la semilla en 2011, para que 4 años más tarde llegase Olav Aleksander Bu, para revolucionar de lleno la historia de nuestro deporte.

La fórmula era simple: juntar un ávido entrenador con experiencia con un ingeniero y emprendedor sin límites. Dinero y datos se juntaron para lanzar la carrera de Kristian Blummenfelt, Gustav Iden y Casper Stornes.

Más de 20 sensores midiendo datos del cuerpo de los atletas –mucho más que cualquier otro analista como Dan Lorang, p.ej– que iban desde la colección de muestras de sangre para determinar los umbrales de lactato, hasta la medición del consumo de oxígeno en cada zona, pasando por los diferentes campos biomecánicos. Temperatura corporal, tasas de sudoración, coeficientes de aerodinámica están a la orden del día en muchas de sus largas jornadas en el laboratorio

Todo ello, sacó a la luz las debilidades de Blummenfelt (si es que las tiene…). ‘El Toro’ es un tipo duro de mente, pero que consume sus fuentes de glucógeno de manera muy rápida si se ‘pasa’ de intensidad. Pues se toman más muestra de lactato y listo.

Nada se deja al azar, inclusive se ha llegado a invertir en una botellita –de 2000€ de coste– que contiene isótopos de oxígeno para, una vez recogidos en las muestra de orina, se determine el gasto energético del noruego.

Click aquí para leer el artículo completo del NYT.