La tija telescópica no fue la única modificación que el corredor esloveno y el Bahrain, incorporaron a la Merida Scultura para rascar unos segundos extra en el momento clave

Matej Mohorič conquistaba a todo el mundo del ciclismo con su espectacular descenso del Poggio a tumba abierta, derrapando en varias ocasiones y apurando el último milímetro de asfalto de la carretera.

El ataque no fue una decisión improvisada, ya que nace de una estrategia premeditada en la que la preparación de su bicicleta jugó un aspecto clave.

La tija, ‘aero is everything’

Se ha hablado mucho de la tija telescópica, una Fox Tansfer SL de 400€. Algunos defienden que el artilugio obedece a la idea de bajar el centro de gravedad para tener más tracción con el asfalto. Sin embargo, el mecánico del equipo confirmó que se trataba más bien de una decisión de aerodinámica.

Los frenos oversized

Sin embargo, el corredor de 27 años modificó más cosas a su Scultura. Una de ellas fueron los discos de freno. Usualmente, en el pelotón pro se montan discos de 140mm para etapas con desnivel dónde se busca rascar peso, o 160mm para trazados más exigentes (buscando un plus de frenada). Bien, Mohorič llevó al límite los rotores de 180mm delante y 160mm atrás, en su magnífica bajada de la última ascensión de la jornada, tras 300km.

Rodamientos de tren bala

La última de los trucos llega de parte de Vision, sponsor del equipo. Se tratarían de unos rodamientos de tecnología magnética, similar a la que usan algunos trenes de alta velocidad, para ‘flotar’ sobre los raíles. Según defiende la marca, la pérdida de vatios sería totalmente nula.

Nada raro, dado que Mohorič se trata de uno de los ciclistas que más se ha apoyado en las ‘trampas legales’, innovaciones y genialidades para rascar unos segundos. En este caso, 10 segundos le valieron para hacerse con una de las ediciones más épicas de la historia, quizás desde el triple sprint de Sagan, Kwiato y Alaphilippe.