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¿Te has preguntado alguna vez por qué te emocionas al cumplir tus objetivos, seas del nivel que seas? La psicóloga Raquel del Águila nos trae la respuesta.

Estar en los últimos kms y sentir gallina de piel, cruzar la meta y explotar la emoción, sonreír y llorar. Sí, lo he conseguido. Aún hay quien se pregunta ¿Y por qué lloras? ¿Por qué esa emoción tan intensa?

En el amplio mundo amateur, donde el 90% de las veces no ganas nada, ni te dan nada, es más, pagas por competir y por todo lo que necesitas para competir. ¿Qué es lo que te motiva a hacer esto? ¿De dónde viene esa ilusión por cruzar la meta o por rascar unos segundos? Podemos hablar de dos tipos de motivación: intrínseca y extrínseca. La primera tiene que ver con el deseo y necesidad de sentirnos competentes, autónomos y relacionarnos. Es decir, buscamos disfrutar de lo que hacemos, sentir bienestar con la propia acción. En la extrínseca, buscamos una recompensa externa, esto puede ser un premio, escalar en el ranking, reconocimiento social, buena salud, forma física, o cualquier otro incentivo. Es decir, queremos conseguir algo.

La oportunidad de crecer a través del deporte motiva estas sensaciones de placer y con ello la descarga de dopamina y serotonina. La dopamina se libera cuando aparece un deseo, cuando hacemos algo porque realmente queremos y no porque debemos hacerlo, lo que hará que la actividad sea más agradecida, placentera y que queramos repetirla y mantenerla. El placer que obtenemos cuando vemos completada nuestra acción, es el que me llevará a la descarga de serotonina, explicando esa explosión de emoción, la SATISFACCIÓN de sentimos realizados. Quizás esto te ayude a entender ese “por qué” del sacrificio, de los duros entrenos, de persistir a pesar de las dificultades. Y el “por qué” de emocionarnos cuando sentimos que el esfuerzo vale la pena.

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También quizás estés pensando que es difícil aislar ambas motivaciones. Si lo hago por mí… pero que me aplaudan también me gusta. Si yo disfruto con lo que hago… pero subir al pódium y ganar un premio… Claro, pueden estar ambas presentes, de hecho, en la construcción de nuestros objetivos puede que la meta final sea un resultado concreto. Pero no debemos confundirnos, ¿qué significa para ti conseguir esto? Ahí estará la clave. Si predomina la motivación por esos incentivos externos, tendremos más números para desistir o quemarnos en lo que hacemos, sobretodo si no lo conseguimos. Pero también a pesar de obtenerlos, ya que posiblemente sintamos que no es suficiente, esperemos más y dejemos de valorar las pequeñas cosas, nos acabamos decepcionando.

El sacrificio sólo valdrá la pena cuando puedes sentir que lo haces por un objetivo que sólo tú te has marcado, para ti. Cuando disfrutas del camino viendo lo que aprendes. Cuando lo que estás haciendo, te APASIONA.

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