El subcampeón olímpico pone nombre a la circunstancia que le privó del oro en París 2024 y que le hizo pensar que actualizaría uno de los momentos más dramáticos del triatlón moderno.
Hace algo más de un mes que el triatlón se despidió de unos Juegos Olímpicos hasta 2028 y sin embargo, las imágenes y lo allí vivido siguen siendo actualidad.
En este caso ha sido Hayden Wilde el que en el último episodio de ‘Face to Face’ de Supertri ha abierto la caja de los recuerdos para revivir el momento en el que perdió un oro que (casi) todo el mundo daba por sentado.
UNA AGONÍA SOBREVENIDA QUE ARRASÓ CON LO CALCULADO
El neozelandés retrocede en el tiempo y regresa a aquella calurosa mañana de julio para comenzar su relato en el inicio de la tercera de las cuatro vueltas de las que constaba el 10K. Ahí donde el cuerpo aún le respondía y le permitía afrontar los últimos 5K con 15 segundos de ventaja sobre Alex Yee.
El neozelandés reconoce ahora que en aquel momento tomó una decisión a sangre fría “Me reservé en esa vuelta corriendo a 3:05/km o algo así porque sabía que tenía que hacer una gran última vuelta” y entonces echó mano de la calculadora “Calculé que si corría a un ritmo de 3:00/km, era suficiente. Sabía que Alex tendría que cerrar en 2:55/km o 2:50 y por la forma en que iba la prueba me alcanzaba a ese ritmo“.
Sin embargo, como pudo comprobar Wilde en el deporte no existe informatización y programación robotizada que valga cuando el cuerpo humano tiene sus propios biorritmos. Quiso bajar esos 5” su ritmo, pero fue imposible “Al llegar a esa última vuelta, traté de aumentar el ritmo y mi cuerpo simplemente no respondió en absoluto. Y en ese momento, ahora estaba luchando por llegar a la línea de meta”. De repente su cuerpo era un castillo de naipes que se venía abajo sin control “En esos últimos 1.5000m, empecé a ver 3:10/km, 3:23, 3:30, definitivamente estaba en problemas y no quería mirar atrás”.
Lo que venía era un Yee lanzado que había visto sangre y no tuvo problemas en dar cuenta de Wilde. Tal y como reconoce Hayden, trató de seguirle, pero estaba “completamente agotado”.
“PODRÍA HABERLO PERDIDO TODO EN UN ABRIR Y CERRAR DE OJOS”
Entonces, con un reloj que no dejaba de incrementar su ritmo de paso, un oro que ya era un imposible y con una pregunta que le taladraba el cerebro con su “¿sería capaz de llegar a la línea de meta?”, la mente de Wilde decidió hacer uno de sus juegos diabólicos y en pleno esfuerzo apareció como fantasma muy vívido la recordada imagen de Jonathan Brownlee al borde del colapso y sostenido por su hermano Alistair en las Series Mundiales de 2016 “Sentía que si hubiese apretado un poco más podría haber entrado como Johnny en la Gran Final de Cozumel, y ni siquiera sabía si podría terminar”.
En ese contexto dramático y con las pulsaciones a mil, el kiwi se vio obligado a tomar una decisión trascendental “Arriesgarme a poner mi cuerpo en la línea de meta y, ya sabes, agotarme y desplomarme 200 metros antes de la meta. O simplemente decir no, eso es todo lo que tengo”.
Su medalla de plata habla por si sola sobre la resolución de Wilde y habla orgullosa de ella “Creo que fue la decisión correcta o podría haberlo perdido todo en un abrir y cerrar de ojos. Lo di absolutamente todo y nunca moriré sin saber que lo intenté”.
EL CALOR UN ENEMIGO FUERA DE LA ECUACIÓN
En esa misma entrevista, Hayden Wilde señala al “culpable” de su terrible final. No es ni la estrategia “La preparación fue perfecta y la táctica de carrera que elegimos es la que queríamos [hacer] e iba muy bien”. Ni sorpresivamente tampoco el Sena aunque indirectamente sí lo sea uno de los desvelos que ocasionó “Estábamos preparados para el cambio de fecha”.
El termómetro y el cambio de hora es lo que pilló totalmente “en pañales” al subcampeón olímpico (la élite masculina compitió a las 10:45h en lugar de a las 08:00h) “Fue más el cambio de hora, para lo que no estábamos preparados. Y el clima extremo que ocurrió ese día, no hicimos ningún entrenamiento de calor. Ese fue el único defecto que tuvimos en el plan“.
DISCILPLINA PARISINA DURANTE LOS 3 MESES EN ALTITUD
Al conocer la milimétrica y sacrificada preparación para París, las palabras de Hayden Wilde cobran sentido y se entiende porqué no tuvieron en cuenta la posible ola de calor que podía azotar a París en julio.
“Los últimos tres meses antes de esa carrera, entrené en altitud en solitario, y me levantaba todos los días a las 5:45 solo para acostumbrarme a eso. Levantarme, calentar a las 7:30 y luego comenzar mi entrenamiento a las 8:00 para asegurarme de que mi cuerpo estuviera marcado para ese tiempo. Y luego todo cambió. Había entrenado entre las 8:00 y el mediodía, así que eso estaba absolutamente bien, pero fue solo el calor lo que sentí que me perjudicó (un poco)“.
No sabemos qué sucederá dentro de cuatro años en Los Ángeles 2028, pero probablemente Hayden Wilde haya aprendido una valiosa lección y entre la multitud de estadísticas y escenarios que manejan, a partir de ahora, también incluirá la variación de temperaturas y humedad en contextos imprevisibles.