Optimizar tu brazada es fundamental para tener éxito en triatlón. Hoy te damos varias recomendaciones para que lo consigas.

1. Brazadas por respiración

El primer paso que debemos intentar es conseguir el mayor número de brazadas por cada respiración. Cuanto menos tengamos que girar la cabeza para respirar, más distancia podremos recorrer. Deberíamos tratar de respirar cada 5 brazadas, cosa que no parece fácil. Podemos empezar respirando cada 3, hasta sentirnos cómodos en este intervalo y, será entonces el momento de pasar a 5 brazadas por respiración.

Si queremos mantener un lado respiración constante (muchos lo hacen), respiraremos cada 4 o 6 brazadas (6 sí que es más complejo así que, por norma general, haríamos un intervalo de 4).

Esto nos hará ser más hidrodinámicos y nos ayudará a tener una natación más regular, ligera, sin pelearnos tanto con el agua.

2. Posición

Nuestra postura en el agua es importante. Entre rolidos, debemos centrarnos en mantener una posición lo más aerodinámica posible, intentando tener la cabeza baja y las caderas elevadas, para tener todo el cuerpo alineado.

Una forma de conseguir mejorar la postura es mirar la línea que marca el carril de la piscina en el fondo.

3. Rólido, alcance y empuje

El rólido es el nombre que se le da a la rotación o giro de las caderas que se realiza en el estilo crol y espalda. Nos permite deslizarnos, utilizando una menor superficie de nuestro cuerpo y nos ayuda a alargar la brazada y eso se traduce en una mejora de la velocidad y en una correcta posición hidrodinámica.

Para entenderlo mejor, os proponemos un ejercicio: nos ponemos de pie en una pared, apoyamos la espalda y estiramos los dos brazos, “así podemos ver hasta dónde llegan”. Después, giramos tanto a derecha como a izquierda “y así veremos cómo todavía llegan más lejos”. Cuanta más longitud, mayor deslizamiento, mejor posición y más velocidad.

Por alcance nos referimos a la distancia que recorre la punta de los dedos desde que tocan el agua hasta empezar el agarre. El objetivo debe ser lograr la máxima extensión del brazo (nos será mucho más fácil si antes hemos conseguido optimizar nuestro rolido).

El empuje es la fase de mayor propulsión de la brazada y, en muchas ocasiones, se nos queda corto. Un ejercicio para poder maximizar nuestro empuje es, en la fase final, tocar el muslo, ya que así nos aseguramos de no dejar a medias el movimiento.

4. Patada regular

Sí, nuestra patada afecta a nuestra brazada! A muchos de nosotros se nos olvida mantener una regularidad en nuestra patada a medida que nadamos. Sí lo logramos, podremos disminuir la energía desperdiciada, y nos ayudará a mantenernos ágiles, estables e incluso nos va a ayudar a impulsarnos hacia delante (aunque sólo sea una pequeña cantidad). Es muy básico añadir ejercicios específicos para mejorarla en nuestros entrenamientos de natación.

5. Utilizar palas

Las palas opondrán una mayor resistencia a nuestras brazadas y requerirán de un mayor uso de la potencia de nuestros músculos y un gran equilibrio en el momento de la entrada en el agua de nuestros brazos. Con ellas ganaremos en potencia y tono muscular, y mejoraremos la técnica de nado notablemente.

Antes de utilizarlas, deberíamos pedir consejo a algun entrenador, tanto por su utilización como para ver si pueden sernos contraproducentes, ya que si hemos sufrido alguna lesión de hombro, no son muy aconsejables.