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Te damos 6 claves para que te conviertas en un nadador 100% eficiente y domines al máximo la técnica de patada y brazada.

“Si quieres nadar más rápido debes mover los brazos también más rápido”. Éste es uno de los conceptos erróneos que se han establecido como consejos para nadar más rápido. En todo caso, se consigue más velocidad cuando se empuja más agua, no cuando se mueven los brazos a imagen y semejanza de los molinos de viento, ya que, de este modo, lo que conseguiremos es cansarnos más de la cuenta. La brazada es, pues, clave en la natación. Hay muchas formas de mejorar la brazada, pero os presentamos las básicas, que pasan por conseguir una adecuada posición del cuerpo en el agua:

1. Patadas poco profundas

No necesitas hacer patadas fuertes o rápidas, sino picar de pies de forma efectiva. ¿Y cómo se consigue? Los pies deben parecer los de una bailarina de ballet, al tener el empeine recogido, y dejaremos que sean ellos los que rompan la superficie del agua.

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Si el batido de piernas bajo el agua es demasiado fuerte sólo generaremos fricción. No obstante, la acción de las piernas en el nado, sobre todo en el crol, es necesaria e importante ya que contribuye a la propulsión y ayuda a la coordinación total del cuerpo. Una correcta patada va a influir en que tengamos una buena posición hidrodinámica a la vez que estabilizadora.

2. Estirar las rodillas

En el caso de que la patada no se realice de manera eficiente ni correctamente, puede ser debido a que estemos haciendo la patada desde las rodillas. Esto lo sabremos si las doblamos demasiado. De hacerlo, estaremos agitando la parte inferior del cuerpo más de la cuenta, en vez de impulsarnos hacia adelante. ¿Cómo corregirlo?

Un par de aletas nos ayudarán a mejorar la ejecución de la patada, ya que estabilizan al nadador, permiten extender la pierna en su totalidad (al estilo de las sirenas) y evitan que realicemos la patada desde las rodillas. Podemos probar de nadar con aletas y a continuación desprendernos de ellas para imitar el mismo movimiento sin. 

 3. Comprueba la posición de la cabeza

Si no mantenemos una buena posición podemos hacer que esto nos interrumpa la velocidad en el agua. Un movimiento inadecuado puede provocar que la cadera se nos desplace hacia abajo y esto nos provoque que nos arrastremos más de los correcto.

Es pues, el cambio de posición de la cabeza una de las formas más efectivas de cambiar la velocidad de nado. Para comprobar una buena ejecución deberemos empezar a nadar con los ojos mirando hacia abajo y con los brazos directamente en frente nuestro.

4. Cambia el ritmo

Si en una parte del entrenamiento como pueden ser, por ejemplo, 10×100, mantenemos el mismo ritmo para todas las series, lo que vamos a conseguir es ser capaces de mantener el mismo ritmo. En cambio, cuando estamos en una competición, la frecuencia cardíaca llegará al máximo, por lo que debemos entrenar para ello.

Una de las formas para entrenar el cuerpo para que procese estos picos en la frecuencia cardíaca es con ejercicios de flexiones en el borde de la piscina: Nada fácilmente hasta llegar al otro lado, levántate y luego vuelve a saltar hacia el agua y haz la siguiente serie.

5. Impulsar el agua en vez de tirar de ella. 

Mucha gente se rinde a mitad de la brazada. No consigue hacerla completa. Para cambiar esta tónica, debes empujar el agua en el momento en que la mano se sitúe a la altura del ombligo. Si la brazada se nos queda corta, deberemos tener en cuenta que los dedos pulgares se rocen con los cuádriceps.

6. Compruébate a ti mismo

Si quieres salir de dudas, si quieres ver que algo funciona, nada 6×100 fáciles. Después, haz otros 6×100. Mira el tiempo y las pulsaciones en cada serie: si nadas más rápido y tu frecuencia cardíaca sigue igual, funciona. Pero si has ido más lento y, por el contrario, las pulsaciones se te han disparado, este cambio no te ha ido bien.

https://www.youtube.com/watch?v=QXo3ozJnhXA&t=4s

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