Joan Borras – Este fin de semana finalmente vio a la luz la primera edición de la Polar Gran Fondo la Mussara, una prueba cicloturista que simplemente con mantener los estándares de esta primera edición, está destinada a hacerse un hueco dentro de nuestros calendarios.
Entre el jueves y el viernes por la tarde se tenía que pasar a recoger el dorsal y el maillot de la carrera, de obligatorio uso para todos los participantes, en una feria del corredor bien organizada y sin ninguna incidencia a destacar, valorando como dato especialmente positivo la posibilidad de recoger el dorsal el mismo día de la prueba.
Reus despertó el día con una salida prácticamente simultánea de las dos rutas que componían la prueba, siendo los circuitos de 97 y 190 km y con desniveles positivos acumulados de 1.600 y 3.200 metros respectivamente, de un trazado exigente pero circulando siempre por carreteras con muy buen asfalto y muy poco tráfico, vistas espectaculares y bajadas no especialmente técnicas aptas para todos los amantes de las dos ruedas, discurriendo por la zona de las montañas de Prades y por la sierra del Montsant.
El sábado a las 7:30 puntuales se daba por iniciada la primera edición de esta marcha, con salida organizada por cajones y neutralizada en sus primeros 20km de recorrido hasta el inicio de la primera subida del día, que terminaba tras poco menos de 11km y 600 metros de ascenso de cronoescalada, con la coronación del coll de la Mussara. Fue una salida bastante limpia y que una vez lanzada la marcha el propio perfil de la ruta terminó de colocar a la gente en la posición que le correspondía.
Llegando al coll d’Alforja se separaban los dos circuitos y los participantes del recorrido Gran Fondo encaraban la segunda parte, que les haría recorrer la comerca del Priorato, rodeando la sierra del Montsant cuyo punto más temido llegaría sobre el km 150 con las famosas rampas de entre el 16 y el 20% que, a lo largo de 4km, ascienden entre las poblaciones de Escaladei y Morera del Montsant, y causaron estragos en las ya cansadas piernas de los ciclistas, quienes entonces tendrían una larga bajada para intentar recuperarse y encarar la última ascensión del día, coronando por segunda vez el coll d’Alforja y finalizando con la vuelta a Reus. La marcha presentó un trazado rompepiernas, con constantes subidas y bajadas y una dificultad añadida por viento que nos acompañó durante toda la jornada, donde se pudo ver la pericia de los puramente ciclistas a la hora de escoger una buena rueda, contra la obcecación de los triatletas reconvertidos en ciclistas de mantener un ritmo alto y constante aún a pesar de que esto les suponga dejarse las piernas tirando del grupo.
Como siempre, hay determinados aspectos que se pueden mejorar, que en este caso serían la colocación de alguno de los avituallamientos (mucho mejor antes y arriba de una subida que al finalizar la bajada), así como los productos que se ofrecían, que si bien eran abundantes, se echaba de menos algún producto energético más enfocado al deportista o algo de comida local. También se notó la falta de alguna indicación adicional en las subidas, avisando del desnivel por tramos. También la vuelta a la ciudad de Reus sufrió una modificación de última hora, seguramente por órdenes ajenas a la organización, pero que discurrió siguiendo un pequeño laberinto lleno de rotondas, giros de 90 grados, badenes y pintura de los pasos de cebra que implicaron gran riesgo a los participantes y que, con el peligro adicional que llovió provocando algún susto e incluso caídas entre los participantes del Medio Fondo.
Como valoración final, conceder un excelente a la organización de la prueba, perfectamente señalizada, con gran cantidad de voluntarios en todas las intersecciones, avituallamientos y tramos destacados de la ruta, agentes del orden en cada cruce y siguiendo a las grupetas con la moto, así como distintos vehículos de asistencia mecánica. Destacar la belleza de los paisajes y la concienciación y respeto que mostraron los lugareños cuando con sus vehículos se acercaban a los ciclistas.