No solo de series vive el nadador: descubre por qué incorporar sesiones suaves puede marcar la diferencia en tu rendimiento.

Cuando pensamos en un entrenamiento de natación, la mayoría lo asociamos con series intensas, cronómetros apretados y ese esfuerzo constante por mejorar tiempos. Sin embargo, esta rutina de alta intensidad puede volverse una trampa si olvidamos lo esencial: los entrenamientos suaves.

¿Por qué es tan difícil hacer entrenamientos suaves en natación?


A diferencia del ciclismo o la carrera, donde es más común aflojar el ritmo de vez en cuando, en natación es habitual encontrarse con entrenos compuestos por series. Muchas veces, estas sesiones están enfocadas en la velocidad o la resistencia, dejando de lado una parte clave del progreso: la técnica y la regeneración activa.

En la piscina, el concepto de “entrenamiento suave” puede sonar contradictorio. Para muchos, una sesión suave es simplemente “perder el tiempo”. Pero nada más lejos de la realidad. Incluir sesiones de baja intensidad y técnica es crucial para mejorar tu eficiencia en el agua, corregir errores posturales y, sobre todo, permitir que tu cuerpo recupere sin añadir más estrés.

La técnica también cuenta


A pesar de que la técnica no es tan emocionante como lanzarse a toda velocidad en la piscina, es el pilar sobre el cual se construye todo lo demás. Un entrenamiento suave, enfocado en perfeccionar la técnica, no solo te ayudará a nadar más rápido cuando toque apretar, sino que también reducirá el riesgo de lesiones. Al nadar con una técnica deficiente, los malos hábitos pueden acentuarse y ser perjudiciales a largo plazo.

Además, estas sesiones te permiten mejorar la economía del esfuerzo, haciendo que con el tiempo puedas mantener una velocidad más alta con menor gasto energético.

¿Cómo saber si tu entrenamiento suave es realmente suave?


Controlar la intensidad en natación puede ser complicado, ya que muchas veces es difícil medir cómo de “suave” es un entreno en el agua. Aquí tienes algunos consejos:

  • Percepción del esfuerzo (RPE): Aunque no lleves un reloj que te marque las pulsaciones bajo el agua, puedes guiarte por cómo te sientes. En un entrenamiento suave, la percepción subjetiva del esfuerzo debería estar en un rango de 4 a 5 sobre 10. Si sientes que estás forzando, probablemente estás yendo demasiado fuerte.
  • Tiempo de descanso: En lugar de hacer series sin descanso o con descansos cortos, en una sesión suave, aumenta el tiempo de recuperación entre series o reduce el número de repeticiones. Esto te permitirá mantener la técnica sin entrar en fatiga.
  • Técnica sobre velocidad: Si ves que la calidad de tu brazada o tu respiración se deteriora, es una señal clara de que estás forzando más de lo necesario. Dedica tiempo a drills específicos, como el nado a un solo brazo, la patada suave o ejercicios de equilibrio, donde la técnica es la prioridad.

Rompiendo el mito: un día suave no es un día perdido


A veces, los deportistas asocian entrenamientos suaves con sesiones inútiles, pero la realidad es que estos entrenamientos son la clave para mantener un equilibrio adecuado entre trabajo duro y recuperación. Al darle a tu cuerpo la oportunidad de regenerarse, te estarás preparando mejor para esos días intensos donde realmente importa el esfuerzo.

En natación, incorporar entrenamientos suaves y de técnica te permitirá no solo avanzar más rápido, sino hacerlo de manera más eficiente y segura. Si lo piensas, las sesiones suaves no son un lujo, sino una parte esencial de cualquier programa de entrenamiento bien equilibrado.