Pablo Marcos nos desvela cómo ha sido la evolución de Sam Laidlow desde su niñez y los entrenamientos que le han llevado a convertirse en Campeón del Mundo Ironman

 

La niñez de Laidlow: La bici su mejor amiga


Este sábado 16 de Septiembre se celebra en los Pirineos franceses una prueba que se aferra a las raíces del triatlón extremo. En el valle de “le Vallespir” se celebra el Bearman XTRI, organizado por el padre y entrenador del reciente campeón del mundo de Ironman, Sam Laidlow.

Desde 2002 la familia Laidlow se instaló en esta región y montó su base de entrenamientos, su empresa de Training Camp Sancture Sportifs y la mencionada prueba.

Saber esto nos pone en contexto y explica la tradición ciclista y el rendimiento sobre las dos ruedas de Sam Laidlow.  Los Pirineos como patio de recreo e innumerables metros de  desnivel a su disposición.

A los 14 años su padre le hizo completar un Medio Ironman durante un entrenamiento.

A los 4 años hizo su primer triatlón en los Training Camps de su padre. Con 9 años completo sus primeros 100km en bici de carretera. Con 13 años su padre guarda en su libreta un registro de “223km por recorrido montañoso”. A los 14 años su padre le hizo completar un Medio Ironman durante un entrenamiento. Sam sabía que quería dedicarse al triatlón y fue entonces cuando Richard, su padre, habló con la Federación Francesa para incluirle en un centro de tecnificación. Quizás esto sea sorprendente para algunos pero este fue el motivo de que la familia Laidlow se nacionalizará en Francia y que actualmente compita por dicho país. 

Su salto a la competición: La corta distancia


Sam nunca despuntó en la corta distancia. Siempre le faltó esa chispa necesaria pero lo que es curioso es que según Rich, con solo 10 años, Sam dijo que su objetivo era ganar el Mundial de Hawaii.

Durante su adolescencia compitió en prueba de corta distancia, en el Gran Prix Francés, pero en 2016 preparando el campeonato francés junior y senior se rompió 3 ligamentos en el tobillo. Durante ese periodo en el que no podía correr, buscando un estímulo nuevo, Sam preparó un 70.3. Salió primero del agua y llegó en solitario a la T2. Decidió acabarlo y consiguió mantener la última posición del pódium.

El año siguiente, 2017, decidió volver a casa y ayudar a sus padres a organizar la prueba que se disputa este fin de semana, el Bearmen XTRI. En esta ocasión, 24h antes de la prueba y con solo 17 años, pidió a su padre participar en la prueba.

Acabó llevándose la prueba en un tiempo de 12:07:08. A partir de este momento le pidió a su padre Richard que fuera su entrenador. 

Las primeras carreras: Noya su primer rival en la Media Distancia


Si seguimos con el 2019, Sam Laidlow no solo dejo pinceladas de su tremenda capacidad física, sino que además demostror pertenecer a ese exclusivo grupo de los agraciados con una mentalidad fuera de lo normal.

En el Triatlón de Cannes, prueba ganada por Javi Gomez Noya, Sam iba liderando la prueba hasta el km 80 cuando rompió la cadena.

Más allá de retirarse, completó los 27kms restantes con la bici al hombro logrando entrar en el tiempo de corte y completando la prueba. Ya entonces partía con la mentalidad de suero o champán, pero nunca rendirse.

…tras una bici “suicida” como muchos describirían, logró completar una maratón espectacular con Gustav solo alcanzándole en los últimos kms…

Cuatro años más tarde encontramos a un chaval arrogante y con mucho desparpajo que rompió en la escena del triatlón gracias a la ya famosa rueda de prensa con Sam Long y Lionel Sanders.

Su rap se hizo viral en el mundo del triatlón y cuando todos hablaban de su falta de respeto hacia los demás siendo todavía un don nadie, reventó la bici del Ironman de Hawaii.

No solo eso, sino que se tras una bici “suicida” como muchos describirían, logró completar una maratón espectacular con Gustav solo alcanzándole en los últimos kms. Sam iba en serio. 

Temporada 2023: Los problemas físicos le intentan debilitar su fortaleza mental


En 2023, tras su rendimiento en Kona el año anterior, se preveía una guerra entre el mundo y él dado que los noruegos Kristian Blumenfelt y Gustav Iden se iban a centrar en el ciclo olímpico.

Tras una victoria de prestigio en Challenge Gran Canaria ante un cartel de máximo nivel, Laidlow fue de desastre en desastre.

Los meses pasaban y las carreras donde participaba el francés le hacían ir perdiendo papeletas a su victoria en Niza. 8º en Roth con problemas físicos y DNF en PTO Singapore.

Todo el mundo apostaba por un Sam Laidlow que reventaría en Niza pero sus planes eran otros.

Desde enero empezó concentraciones dedicadas exclusivamente a conocer el recorrido de ese Mundial que se iba a celebrar en su casa y que tenía entre ceja y ceja. Hasta 3 días seguidos hizo el circuito completo en 2 bloques de entrenamiento para asegurarse de conocerlo lo mejor posible. Además, Canyon ayudó con varios test de campo maximizando material, posición y valorando todas las opciones posibles para buscar el máximo rendimiento. Todo por el sueño de lograr ser profeta en su tierra y llevarse el mundial de Niza. 

El entrenamiento de Laildlow: Un atleta eficiente


Con su historial, queda claro que Sam posee una base aeróbica excelente y que su capacidad para mantener altas intensidades aeróbicas es envidiable. No sorprende teniendo en cuenta una vida de entrenamiento basado en intensidades subumbrales.

El padre y entrenador de Laidlow ya ha comentado en varias ocasiones que su hijo no es una persona que encaje bien a intensidades máximas y a trabajos de consumo.

Su prioridad desde que asumió el papel de entrenador de aquel chaval que quedó tercero en su primer medio Ironman siempre ha sido ser lo más eficientes a la mayor intensidad aeróbica posible.

 

Este año ha estado rondando las 21h de entrenamiento semanales.

Éste hecho podría llevar a pensar que han trabajado de un modo similar al método noruego famoso por sus enormes volúmenes. ¡Nada más lejos de la realidad!.

Hasta el año pasado antes de su aparición en Kona, su media de horas a la semana de la temporada no llegaba a las 20h. Partiendo de que Sam solo tiene 24 años en su forma de trabajo priorizan un incremento de las cargas y sobre todo del volumen total progresivo. Como ejemplo, este año ha estado rondando las 21h de entrenamiento semanales. Estas horas las han distribuido con el 50-55% dedicadas al ciclismo, 20-24% a la carrera a pie, 20% a la natación y sobre el 4% al trabajo de fuerza. 

Cuando se analiza el entrenamiento de Sam Laidlow, queda claro un enfoque del triatlón global. Ya no vale ser el mejor en una disciplina. Sam ha demostrado una enorme resistencia a la fatiga y la durabilidad. Dicho de otro modo, ser capaz de mantener una cierta intensidad o velocidad durante mayor tiempo y que a su vez, la perdida de la misma con el tiempo sea la mínima posible.

Esto se logra con trabajos tremendamente específicos a intensidades de competición y centrándose en aspectos de fuerza resistencia para minimizar sus pérdidas en carrera. 

Sus números en Niza: Su historial de entrenamiento le corona en Niza


Sam, en el Campeonato del Mundo Hawaii 2022, hizo 320w de media y éste año, en el Campeonato del Mundo Niza, hizo 322w normalizados pero en ambas ocasiones mostró una perdida de ritmo en la maraton mínima.

En Niza pasó de correr a 3:41 (ritmo de primer umbral suyo en el que predomina el uso de grasas) a cerca de 3:50 hacia el final. Precisamente lo que en su día le faltaba y hacía que no sirviera para la corta distancia, hoy en día se esta convirtiendo en una de sus enormes fortalezas. 

Nadie se convierte en el campeón del mundo más joven de la historia de la noche a la mañana

La realidad es que la victoria de Sam lleva fraguándose a fuego lento hace muchos años pero tal vez, la ambición y mentalidad de este triatleta sea tal que cada carrera es una en la que buscar exprimirse al máximo. Incluso si eso lleva a perder todas las pruebas por lograr esa victoria el dia mas importante del año. Me recuerda a un tal Sebastian Kienle el año que ganó en Hawaii explicando su ataque suicida en bici para bajarse a correr la maratón. A veces hay que estar dispuesto a perder la prueba para poder ganarla.